Existen reacciones químicas que a ojos de los niños resultan fascinantes, rozando el límite de lo que para ellos sería magia en vez de ciencia y que en realidad son muy básicas. Y estos días de suspensión de clases pueden realizarse en familia para disfrutar aprendiendo.
Vaso de agua y carta
El agua es uno de los mejores elementos para llevar a cabo experimentos caseros para niños. Éste, es recomendable hacerlo siempre sobre un barreño o un lavabo para no mojar superficies delicadas.
Se necesitan un vaso de tubo, agua y una carta de una baraja.
Procedimiento:
- Llenar el vaso de tubo con agua hasta el límite sin que rebose.
- Colocar una carta de una baraja sobre el vaso y taparlo con ella.
- Dar la vuelta al vaso cuidadosamente.
Comprobaréis cómo el agua no se cae. Esto sucede porque al girar el vaso actúan dos fuerzas sobre la carta: el peso del agua y la presión atmosférica.
Por un lado, en el interior del vaso aumenta el volumen, por lo que baja la presión. Por otro lado, la presión atmosférica del exterior del vaso es mayor y empuja a la carta contra los bordes del mismo. ¡Pero cuidado! La diferencia de presión es tan pequeña que si tocas la carta se verterá toda el agua.
Agujeros mágicos
Este experimento consiste en agujerear con lapiceros una bolsa llena de agua sin que se salga. Para ello, se necesita una bolsa de plástico (preferiblemente una con cierre hermético), agua y lápices con punta.
Procedimiento:
- Llena la bolsa de agua y a continuación ciérrala.
- Con decisión, atraviésala con varios lápices.
Como veréis, el agua no se derrama ni sale por los agujeros. La ‘magia’ se esconde en la bolsa, que está compuesta por polímeros, unas moléculas muy grandes formadas a su vez por unas cadenas de moléculas más pequeñas llamadas monómeros.
Al atravesar la bolsa con los lápices, esas cadenas se separan pero sin romperse, por lo que siguen apretadas en torno al lápiz. Sin embargo, estas moléculas no tienen ‘memoria’, por lo que no son capaces de juntarse de nuevo al extraer el lápiz, provocando que se escape el líquido.
La cerilla sin sombra
Esta actividad sorprende a todos los pequeños, pero debe realizarse bajo la supervisión de un adulto. Simplemente hay que encender una cerilla, apagar las luces, iluminarla con una linterna y fijarse en la sombra que proyecta sobre la pared. ¿Por qué la llama no se ve?
La explicación es muy sencilla: las sombras se producen cuando los cuerpos no permiten el paso de la luz a través de ellos. Estos objetos se llaman opacos.
No obstante, la llama es transparente y no impide el paso de luz, igual que el cristal y otros materiales similares.
Tinta invisible
A los más pequeños les sorprenderán las propiedades de un alimento tan cotidiano como el limón, y podrán jugar a los detectives creando mensajes secretos.
Para esta elaboración es necesario tener agua, limón, un pincel y un papel en blanco.
Procedimiento:
- Exprime el limón en un cuenco y añade al zumo una cucharada de agua para obtener la ‘tinta mágica’.
- Con ayuda del pincel, escribe el mensaje secreto en el papel y déjalo secar.
- Pasados unos minutos, el mensaje no será perceptible a simple vista.
- Coloca una vela o un mechero debajo del papel, con cuidado de no acercarlo mucho. ¡El mensaje se puede leer!
La razón: cuando aplicamos una fuente de calor al zumo de limón, el ácido cítrico se oxida, dejando ver una sustancia marrón (carbono) que hace visible el mensaje.
Volcán casero, sin fuego
Los protagonistas de este experimento son el vinagre y el bicarbonato. Ambos elementos formarán una lava ficticia que dejará estupefactos a los niños. Para elaborar este volcán casero es necesario un vaso o frasco de vidrio, jabón líquido, vinagre, bicarbonato, colorantes alimentarios y una bandeja o barreño.
Procedimiento:
- Coloca el vaso sobre una bandeja o barreño.
- Llena ¼ del vaso con vinagre.
- Añade unas gotas de colorante.
- Pon un chorrito de jabón y remueve.
- Agrega una cucharada de bicarbonato.
Al juntar vinagre y el bicarbonato se produce una reacción química que libera dióxido de carbono. Como resultado, el jabón empezará a liberar burbujas y espuma, dando lugar a una erupción que desbordará el vaso (de ahí la importancia de colocarlo sobre una bandeja o barreño). El colorante lo hará más atractivo y similar a la lava, aunque no es necesario para el experimento.
Arcoíris líquido
En este experimento son necesarios un bote de cristal, miel, jabón líquido verde o azul, aceite de oliva, agua, alcohol, colorante alimentario y un gotero.
Procedimiento:
- Verter la miel en el tarro de cristal con cuidado de no tocar los lados.
- Añadir el jabón líquido de color verde o azul.
- A continuación, mezclar en otro recipiente agua con colorante alimentario y verterlo encima del lavavajillas con cuidado de no tocar los lados.
- Añadir una gruesa capa de aceite de oliva siempre en el centro del recipiente.
- Por último, introducir el alcohol con ayuda de un gotero por los laterales del bote, dejándolo escurrir hace el interior.
El resultado es un arcoíris líquido y definido. La clave de este experimento reside en que los líquidos más densos pesan más, y por tanto, se quedan en el fondo mientras los más ligeros se mantienen en la parte superior. Además, al tener diferente densidad los líquidos no se mezclan.
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