Carl Sagan es inabarcable, porque inabarcable era su conocimiento y su inmenso trabajo divulgativo. Igual que el universo. Nos dijo adiós un 20 de diciembre de 1996 pero gracias a todos los libros y proyectos de comunicación en los que participó, podemos seguir aprendiendo de él todos los días.
Sagan nació en Brooklyn en una familia de judíos reformistas de raíces ucranianas. Su padre era un obrero de la industria textil, su madre ama de casa. Él decía que a pesar de que sus padres no eran científicos y no sabían casi nada de ciencia le iniciaron en el escepticismo y le enseñaron “los dos modos de pensamiento que conviven precariamente y que son fundamentales para el método científico”.

Entre la extensa bibliografía de Sagan destacamos la novela Contact, que llevó al cine Robert Zemeckis con Jodie Foster como protagonista, Los dragones del Edén: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana, que le valió el premio Pulitzer de 1978 y su última obra Miles de millones: pensamientos de vida y muerte en la antesala del milenio, con la que Sagan plasmó su visión sobre diversos aspectos de la vida y que está considerada como su testamento ideológico. Además, su serie documental Cosmos: un viaje personal (1980), consiguió acercar complejas consideraciones científicas al todo tipo de audiencias.
“El Cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez.”
Carl Sagan, capítulo 1, Cosmos: un viaje personal
Además de su trabajo como profesor, investigador y conferenciante en el ámbito universitario, Sagan fue asesor de la NASA, donde participó en numerosas misiones que enviaban naves espaciales robóticas de exploración. Participó también en el programa Apolo instruyendo a los astronautas que fueron parte del sueño (y de la carrera) por llegar a la luna. Fue uno de los investigadores que más trabajó en el conocimiento de las características y condiciones básicas de Venus y de Júpiter. Sin embargo, sobre todo se conocen sus investigaciones sobre la posibilidad de la existencia y desarrollo de vida extraterrestre.
Él tuvo la idea de añadir un mensaje que fuera universal y comprensible por cualquier inteligencia extraterrestre y preparó ese primer mensaje para las sondas espaciales Pioneer 10 y Pioneer 11.
Las placas de la Pioneer 10 y la Pioneer 11
Pioneer 10 y 11 fueron sondas fueron lanzadas para explorar Júpiter y Saturno y en ellas se instalaron placas con un mensaje que pudiera ser entendible por cualquier tipo de inteligencia extraterrestre.

En las placas están dibujadas la imagen de la sonda para dar proporción a las dos figuras humanas que aparecen a la derecha. A la izquierda hay un haz de líneas que parten radialmente de un mismo punto que es el Sol. Sería como nuestra «dirección» en el universo.
Además, en la parte superior izquierda se representa una inversión en la dirección de spin del electrón, en un átomo de hidrógeno (el elemento más abundante en el universo). Abajo hay un esquema del sistema solar y una indicación de la ruta que sigue la sonda.
Disco de oro de las Voyager: sonidos de la tierra
Estos discos son una especie de cápsulas del tiempo que viajaron con las Voyager 1 y 2 (que fueron lanzadas en 1977). Los discos tienen sonidos e imágenes de la vida en la Tierra para mostrarla si una forma de vida inteligente extraterrestre la encuentra y la descifra.


En él encontramos un primer apartado con saludos en 55 idiomas, una sección de sonidos de la Tierra (como el viento, los pájaros, la lluvia, un beso y las palabras de una madre a su bebé que llora…), 116 imágenes y diagramas y música. El compositor que más aparece es Bach, seguido de Beethoven.
Carl Sagan había pedido permiso para incluir el “Here Comes the Sun” de los Beatles pero (no podemos entender muy bien por qué) la discográfica EMI se opuso.
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